a)
Personajes
ficticios
Benjamín Prado a lo
largo de toda la novela, juega con la relación de personajes inexistentes junto
con otros que sí vivieron la realidad de la época.
El primero de
ellos, el protagonista, Juan Urbano como
se nos presenta al final, es profesor de literatura y parece que bastante
reputado, pues da numerosas conferencias en el extranjero sobre literatura
española. Destaca su obsesión por investigar todo lo relacionado con la
historia de España, en especial de la postguerra, tema del cual parece estar bastante
al corriente, y por ello pretende contar la verdad y sacar a la luz las
injusticias y salvajadas de este periodo. Su postura choca a lo largo de la
novela con la de su madre,
pro-franquista en muchos aspectos, fue testigo de la época y representa la
ignorancia y olvido general de la mayor parte de la sociedad española acerca de
lo que verdaderamente significó el franquismo. Pero sus constantes discusiones
y conversaciones sobre política, literatura, teatro, etc., desde perspectivas
contrarias, se convierten en documentos históricos que reflejan cómo fue
nuestro país en tiempos pasados.
Tanto estos
argumentos y la vida de profesor como los recuerdos con que nos cuenta la
historia de la relación con su ex mujer, Virginia, completan la novela. Y
aunque estos recuerdos no sean esenciales para seguir la trama, se muestra en
ellos las consecuencias de una época pasada, la movida madrileña tras los
negros años del franquismo, en algunos jóvenes que la vivieron. Los cuales,
como Virginia, encubrían los hechos pasados con las drogas, la liberación
sexual, la música, etc.
Y una tercera mujer
en la vida del protagonista será Natalia
que le ayuda con la investigación de la escritora desconocida, su suegra,
proporcionándole información. Gracias a esta será posible la unión del profesor
con la familia Serma. Su marido, Calos
Lisvano, abogado, representa un personaje educado en la mentalidad
franquista el cual considera la guerra y la postguerra un pasado histórico que
es mejor no recordar ni remover (postura
bastante habitual actualmente).
Pero el personaje
que adquiere más importancia es la escritora ficticia Dolores Serma, la “madre” de Lisvano, que lo distanció de todo
contacto con el pasado y literatura. A esta no le queda otra que vivir una vida
falsa, de apariencia, que la acercará a personajes importantes del franquismo
como Sanz Bachiller, será su secretaria, Carmen de Icaza, al pertenecer al
Auxilio Social y estar inmersa en la Sección Femenina, etc. Pero sin perder por
ello la credibilidad, de hecho, este juego de interrelacionar personajes
ficticios y reales, y el hecho de ser una historia tan sólida puede llevar a
pensar en la existencia real de la escritora y su libro.
b)
Personajes
reales
Así, vemos como la
autora de Óxido se rodea de escritores
reales como Carmen Laforet, las
cuales fueron grandes amigas y escribieron juntas Nada y Óxido
respectivamente. También aparece Miguel
Delibes, vecino de la infancia de la protagonista, Cela, Carlota O’Neill y
su obra Una mujer en la guerra de España
a la que recurre en varias ocasiones el profesor para respaldar la posición de
crueldad y dureza que supuso el franquismo, etc.
Junto a estas
referencias, el autor también acumula datos y noticias procedentes de
reportajes y memorias (Ridruejo, J. Martínez de Bedoya) o incluso testimonios
de víctimas y militantes de izquierda, como Tomasa Cuevas o Juana Doña. Sin
obviar algunos de los protagonistas de la Dictadura, como es Mercedes Sanz Bachiller, fundadora del
Auxilio Social, con la que Dolores Serma tiene bastante relación, pues le pide
ayuda para sacar a su hermana de la cárcel y encontrar a su sobrino. Bachiller
sería sustituida en este cargo por Manuel Martínez de Tena, como explica la
novela, y fue mujer de Onésimo Redondo, fundador de las JONS. Tras su muerte
durante la Guerra Civil se casó con Javier Martínez de Bedoya.
Cuenta la novela la
rivalidad del Auxilio Social con la Sección Femenina, y por tanto entre sus
dirigentes. Por ello también es nombrada Pilar
Primo de Rivera, hermana de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la
Falange Española. Carmen de Icaza,
con quien Serma también tuvo una buena relación, la cual puso en práctica la
entrega de niños robados.
También Vallejo-Nájera me parece importante
destacar, que dirigió los Servicios Psiquiátricos del Ejército franquista, y
sus salvajes teorías de demostrar la malformación y enfermedad mental de los
marxistas, que además era contagiosa, para cuyo estudio disponía de cuantos
conejillos de indias quisiera (mujeres, brigadistas, republicanos), la
purificación de la raza y muchas más atrocidades.
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